Historia de los mundiales (ITALIA 1934) |
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Después del éxito de la primera edición, 34 naciones quisieron ser partícipes de la Copa Mundial. Por ello y por primera vez fue necesario jugar eliminatorias previas. Hasta los anfitriones participaron en la ronda clasificatoria goleando a Grecia por 4-0. 12 selecciones europeas obtuvieron el billete a Italia.
En América participaron solo tres países (Argentina, Brasil y Estados Unidos), mientras que Egipto se convirtió en el primer equipo africano en disputar un Mundial. Uruguay, receloso del boicot europeo de cuatro años antes en su Mundial, renunció a participar. Los argentinos habían prometido solidarizarse con sus vecinos y, aunque estuvo cerca de no participar, presentó un combinado completamente amateur.
16 selecciones jugaron la fase final, que esta vez se resolvería únicamente a través de eliminatorias. El 27 de mayo de 1934 comenzó el torneo. Italia se encargó de medirse al rival más sencillo y superó con claridad a Estados Unidos por 7-1. Brasil y Argentina completaban el fracaso americano al caer con Suecia y España respectivamente. Checoslovaquia, Alemania, Austria, Suiza y Hungría completaron el cuadro de cuartos de final. Cuatro días más tarde se disputó la siguiente ronda. La anfitriona se medía en Florencia a una entusiasta selección española, donde destacaban jugadores como Quincoces, Lángara y sobre todo su gran portero Ricardo Zamora. Luis Regueiro adelantó a España a los 29 minutos y Giovanni Ferrari empató antes del descanso. El gol italiano llegó en extrañas circunstancias, después de 7 saques de esquina consecutivos y tras una clara falta de Schiavo al guardameta español. La segunda parte estuvo marcada por la dureza del juego italiano y la incapacidad de ambos equipos para anotar. Después de una prórroga y 120 minutos se acordó disputar un partido de desempate al día siguiente.
España Italia 1934 Batalla de FlorenciaEspaña e Italia se medían de nuevo lastrados por la batalla anterior (Aquella eliminatoria se conoce como la Batalla de Florencia). Sobre todo los españoles que se presentaron con 7 bajas, incluido el portero Ricardo Zamora (con dos costillas rotas). Italia perdió a tres pero salió decidido a ganar la guerra contra los republicanos españoles. Los italianos siguieron jugando al límite del reglamento hasta lesionar Bosch, Chacho, Regueiro y Quincoces.
Giuseppe Meazza marcó el único gol del encuentro en el minuto 11. España perdió 1-0 en un partido marcado por la actuación del árbitro René Mercert. El colegiado suizo anuló dos goles a España, uno por fuera de juego y otro para concederle una extraña falta directa previa al tanto. El escándalo fue tan evidente que cuando Mercet regresó a su país fue expulsado del arbitraje de por vida.
Los anfitriones se midieron a Austria en semifinales. Guaita dio el pase a los italianos marcando el único gol de otro partido cargado de polémica. El tanto vino precedido de otra clara falta sobre portero austriaco, esta vez de Meazza. Pero el juez sueco Ivan Eklind se limitó asegurar el triunfo italiano pasando por alto un claro penalti de Monti. La azzurra estaba en la final donde se mediría a Checoslovaquia (que había eliminado a Alemania por 3-1).
La final se presentaba como una batalla y de nuevo, el sueco Eklind era el encargado de impartir justicia. Los checoslovacos se dieron cuenta en seguida de que no iban a contar con la ayuda del colegiado. En el primer tiempo obvió un claro penalti sobre Puc, que sorprendentemente adelantó a su selección a 15 minutos del final.
En el descanso Mussolini entró al vestuario para arengar a sus compatriotas o más bien para amedrentarlos. A su técnico le mando un mensaje claro: “Señor Pozzo, usted es el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar”. Después del gol bohemio, Italia estaba contra las cuerdas pero Orsi empató a tiempo para llevar el encuentro al tiempo extra. En la prórroga Schiavio anotó el definitivo 2-1 para dar el título a Italia.
Los jugadores italianos habían sido campeones del Mundo pero en lugar de celebrarlo con alegría respiraron con alivio. Enfurecer a Mussolini no hubiera sido una gran idea. Aquel triunfo no fue el del fútbol italiano sino el del fascismo. El italo-argentino Monti lo explicó así «En Uruguay 1930 me mataban si ganábamos, en Italia me mataban si perdíamos».
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Romario |
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